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Educación

En Palmira se cultivan sueños y se impulsa la agricultura nacional

La Sede Palmira ha sido y es líder en investigaciones que han impactado en el crecimiento económico y la seguridad alimentaria de la región; un ejemplo es la spin-off Sehome y su trabajo con semillas certificadas. Este artículo forma parte del Especial "360 grados en los territorios" del Periódico UNAL impreso, que muestra “lo nacional de la Nacional”, pinceladas que revelan el papel transformador que la alma mater de los colombianos desempeña en los territorios. Todos los martes encontrará un texto referente a cada Sede. ¡No se lo pierda!

En las tierras fértiles del suroccidente colombiano, 11 hectáreas de campus reverdecen bajo el cálido sol de Palmira, hogar de la Universidad Nacional de Colombia en esta región, en donde convergen el conocimiento, la riqueza cultural y la investigación.

Este oasis académico emerge en medio de una zona de gran diversidad geográfica y climática, en donde la riqueza de los valles y las montañas de las cordilleras se fusiona con la tradición agrícola que ha marcado la identidad del territorio, lo que ha facilitado durante décadas la investigación en los suelos; en el océano Pacífico y en el puerto de Buenaventura; en los manglares, cultivos, huertas urbanas, cuencas hidrográficas, embalses y fincas agroecológicas, y también en el sector empresarial e industrial de la región.

En su periplo, este campus ha atravesado cuatro etapas significativas, como un árbol que se ramifica y crece con el tiempo. Cada fase marcó un nuevo capítulo en su historia, forjando su camino hacia la excelencia académica y el servicio a la sociedad. Actualmente cuenta con dos Facultades: la de Ciencias Agropecuarias, y la de Ingeniería y Administración.

El tractor Oliver, un símbolo histórico de la Sede, se erige a diario para recibir a la comunidad universitaria como un emblema de la perseverancia y la conexión con el pasado agrícola de Colombia. Su tradicional presencia en el campus evoca esa era en la que la tierra y la tecnología se unieron para impulsar el progreso.

Para los estudiantes caminar por este campus es sumergirse en una historia, o habitar los salones del Edificio Ciro Molina Garcés, una joya arquitectónica que desde 1946 ha formado parte de la Institución, y que, más que un edificio, es un monumento al tiempo y al compromiso inquebrantable de la UNAL con la educación y la investigación. En 1996, este testigo silente de décadas de desarrollo y aprendizaje fue declarado como Bien de Interés Cultural.

Un santuario en Palmira

La Sede no solo acoge a más de 3.000 estudiantes de diferentes departamentos del país –especialmente del Cauca, Chocó, Nariño y Valle del Cauca– quienes traen toda su diversidad cultural, sino que también es un refugio para la biodiversidad y un ejemplo de compromiso con el entorno natural.

En su florecido y diverso espacio, la Sede alberga el Herbario José Cuatrecasas Arumí, con más de 4.000 especies vegetales; el Museo de Suelos Ciro Molina Garcés, con una colección de 288 minerales, 100 rocas y 20 perfiles de suelo del Valle del Cauca; y el Museo Entomológico, que reúne una importante colección de insectos (alrededor de 25.000 especímenes), entre los que se encuentran ácaros de importancia agrícola y económica.

Además acoge a diversas familias de plantas como lecheros, carboneros y leguminosas, entre muchas otras, que no solo son un pulmón vital para Palmira, sino que también es un hábitat próspero para aves, una fuente de diversidad de insectos y un escenario para investigaciones relacionadas con botánica, gestión ambiental y servicios ecosistémicos.

El campus se extiende en la Reserva Natural Forestal Bosque de Yotoco, un santuario de 559 hectáreas de riqueza incomparable de flora y fauna, hogar de especies en peligro de extinción como la pava caucana, el mono aullador rojo y la rana rubí, y refugio temporal de diversas variedades migratorias.

Este lugar, que atrae a científicos y estudiosos del país y del mundo, es administrado por la Facultad de Ciencias Agropecuarias, y próximamente la UNAL será la primera universidad en tramitar la emisión de bonos de carbono para que grandes industrias puedan compensar sus emisiones de gases de efecto invernadero, además de certificados de biodiversidad para que demuestren aportes adicionales en conservación y manejo sostenible.

Hortalizas Unapal, con sello propio

Cilantro Laurena, habichuela Milenio, pimentón Serrano, tomate chonto Maravilla y zapallo Bolo Verde, son 5 de las 16 variedades de hortalizas mejoradas por años en la Sede Palmira y que hoy son comercializadas por Sehome, la primera spin-off de la UNAL dedicada a esta labor, además es una empresa de base tecnológica que les brinda a los agricultores nacionales más productividad y calidad en sus cultivos.

Las variedades de hortalizas “Unapal” se registraron ante el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA), y el Programa de Mejoramiento Genético, Agronomía y Producción de Semillas de Hortalizas de la UNAL Sede Palmira las liberó para la agricultura nacional, es decir que les fueron entregadas a los agricultores para su uso, con muy buenos resultados, especialmente en el Valle del Cauca, Cauca y el Eje Cafetero. Entre otras de sus bondades, estas hortalizas ofrecen excelente floración y tolerancia a plagas y enfermedades, lo que contribuye a mejorar la eficiencia y rentabilidad por metro cuadrado cultivado.

De hecho, en un hito histórico para el país, desde esta sede la UNAL obtuvo el Derecho de Obtentor para el cilantro Laurena mejorado, un reconocimiento de propiedad intelectual que destaca la capacidad de la Universidad para impulsar la innovación constante en el ámbito agrícola.

Estas hortalizas son el resultado de la actividad investigativa en la formación de magísteres y doctores. Según el Ranking de Formación de Recurso Humano FRH-Sapiens 2023, el Grupo de Investigación en Mejoramiento Genético, Agronomía y Producción de Semillas de Hortalizas está clasificado entre los mejores del país por su aporte durante la última década en la formación de más de 180 profesionales, 80 magísteres y 50 doctores.

Gracias a estudiantes, profesores y egresados, el programa de Diseño Industrial –que celebra 25 años de existencia– ha contribuido al crecimiento económico, a la transformación cultural y al impulso de la innovación en el suroccidente colombiano, con 605 egresados y 410 estudiantes activos que lideran tendencias y proyectos innovadores impulsando el desarrollo regional.

Más allá de las fronteras

Con la oportunidad que la UNAL les brinda a más de 200 estudiantes que cada semestre ingresan –enfrentando la adversidad geográfica y cultural– a través del Programa Especial de Admisión y Movilidad Académica (Peama), el impacto de la Sede Palmira se expande más allá de sus fronteras.

Pero estas historias no solo se tejen en los rincones más remotos. Desde las aguas turquesas del mar Caribe, en el Archipiélago de San Andrés y Providencia, hasta el sur, en la Amazonia, esta Sede recibe estudiantes de recónditas zonas rurales y los forma para aportar al desarrollo cultural, académico, económico y científico de todas las regiones del país.

Un ejemplo de ello es Clara Liseth Vargas Sánchez, quien llegó de la Isla, y después de pasar por muchas dificultades se graduó como Ingeniera Agronómica en 2009, la primera generación del Peama en Palmira. Hoy cursa la Maestría en Ciencias Biológicas y forma parte del Grupo de Investigación en Agroecología.

Su enfoque ha sido la agroecología, de ahí su interés en trabajar en proyectos de seguridad alimentaria, huertas escolares, apoyo a mujeres rurales y organizaciones de agricultores en la Isla, para promover cultivos tradicionales como yuca, batata, mostaza, flor de Jamaica, plátano, sandía y melón.

Durante sus estudios en el Centro de Experimentación de la UNAL Sede Palmira (Ceunp) trabajó en el cruzamiento de ají Cayena. Pasó casi dos años inmersa en este proyecto, y allí no solo adquirió conocimientos teóricos, sino que también obtuvo una valiosa experiencia en siembra y cultivo. A partir de ahí enfocó sus estudios de la Maestría en Ciencias Biológicas en el área de Recursos Fitogenéticos.

Su principal objetivo será fomentar la agro-biodiversidad en las parcelas de los agricultores de la Isla, además de seguir promoviendo el valor de los productos locales, la conservación de semillas autóctonas y la preservación de tradiciones agrícolas únicas en la Isla.

“El 82 % de los estudiantes de la Sede Palmira son de estratos socioeconómicos 1 y 2, provienen de zonas rurales o áreas socialmente complejas. Nuestro enfoque en las ciencias agropecuarias y la fortaleza de carreras como las Ingenierías y Administración nos han permitido contribuir al progreso en estas áreas del territorio nacional”, señala el profesor Jaime Eduardo Muñoz Flórez, vicerrector de la Sede.

Por su parte, el docente Mario Augusto García Dávila, decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias, agrega que “el 80% de la población rural no tiene acceso a la educación superior, lo que convierte a la Sede Palmira en un faro de posibilidades, para que los jóvenes retornen a sus regiones con soluciones posibles a las problemáticas presentes”.

Siempre en comunidad

Los programas académicos que ofrece la Sede son: Administración de Empresas, Diseño Industrial, Zootecnia, y las Ingenierías: Agrícola, Agroindustrial, Agronómica y Ambiental, mediante los cuales la Sede trabaja en proyectos de extensión con comunidades locales para mejorar las prácticas agrícolas, promover la seguridad alimentaria y fomentar el desarrollo rural.

De hecho, la región es epicentro de importantes espacios de investigación como el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) y la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (Agrosavia), con los que se trabaja de forma colaborativa.

El impacto en la Sede trasciende las aulas y laboratorios, llegando a los campos y las comunidades que rodean esta tierra fértil. Es un testimonio vivo de la capacidad de la educación superior para transformar vidas y comunidades enteras. Desde la comercialización de semillas mejoradas hasta la preservación y gestión de una vasta reserva forestal, la Sede ha dejado una huella indeleble en el paisaje académico y agrícola de Colombia.

Extraido de Periodico Unal